La disfunción temporomandibular es un trastorno funcional del aparato masticatorio, incluyendo cualquier alteración en la relación de los dientes con su estructura. Esta estructura son los maxilares, la articulación temporomandibular, los músculos, los vasos sanguíneos y las terminaciones nerviosas. Esta alteración puede manifestarse con una sintomatología muy extensa y variada.

 

Entre las causas de este trastorno, podemos encontrar las siguientes:

  • Maloclusión o disarmonía oclusal dental.
  • Enfermedades metabólicas, infecciosas o neurológicas.
  • Alteraciones condilares.
  • Pérdida de piezas dentales
  • Traumatismos.
  • Tensión psíquica.

 

Entre la sintomatología que provoca la disfunción temporomandibular, podemos encontrar:

  • Desviación de la apertura bucal.
  • Limitación de la apertura bucal.
  • Ruidos intraarticulares que afectan al habla, la masticación y la deglución.

Como síntomas dolorosos asociados a este trastorno, encontramos: dolor de cabeza, cuello, oídos, maxilares, esternal, ojos, dental, etc. Otros síntomas destacables son: zumbidos, acúfenos, vértigo, pérdida del equilibrio, problemas visuales, alteraciones de la posición y sensación de quemazón.

 

En el caso de la disfunción temporomandibular, la fisioterapia es uno de los tratamientos de elección, como herramienta para valorar y tratar la patología que afecta al sistema articular, muscular, capsular y ligamentoso. Las técnicas de tratamiento empleadas en este caso, van dirigidas a tratar el tejido óseo, los tejidos blandos y el segmento superior de la columna cervical.

 

Por otro lado, el bruxismo es el hábito involuntario de apretar o rechinar las estructuras dentales sin ningún objetivo funcional. Este trastorno puede afectar tanto a niños como a las personas adultas.

 

En el caso del bruxismo, no existe una causa específica que lo provoque, pero el estrés y la ansiedad contribuyen a incrementar de forma considerable el riesgo de aparición y su intensidad.

 

Actualmente el bruxismo se clasifica en varios grupos:

 

  1. Bruxismo diurno: se produce cuando la persona está consciente. Es frecuente que se produzca cuando la persona está concentrada: trabajando, estudiando, conduciendo, etc.
  2. Bruxismo nocturno: es involuntario, se produce durante el sueño. Puede provocar fatiga muscular, dolor de cabeza y contractura de la musculatura del cuello.
  3. Bruxismo de apretamiento: se aprietan los dientes por una contracción muscular. Provoca una contractura muscular asociada a molestia y dolor, en la musculatura oclusora de la mandíbula.
  4. Bruxismo de frotamiento: los dientes rechinan provocando un desgaste dental mayor, la molestia muscular apenas se aprecia.
  5. Bruxismo diurno y nocturno: tiene lugar en cualquier momento del día. Es el más dañino. Se presenta como una lesión cronificada.

 

En el caso de padecer bruxismo, es aconsejable realizar algún tipo de ejercicio físico. Esto se debe a que el ejercicio físico libera endorfinas, que facilitan la disminución del estrés e intervienen en la regulación de la transmisión del dolor en el Sistema Nervioso Central, este disminuye. La actividad física acuática o en grupo puede ser una elección muy recomendable.

 

También se recomienda evitar los hábitos poco saludables para la articulación temporomandibular como morderse las uñas, masticar chicle, etc. Es recomendable evitar el consumo de alcohol, el café o el té 3 horas antes de dormir, así como las comidas copiosas.